"Han contado Uds. las verbenas que ha habido en estas fiestas? ¡Han caído en la cuenta de lo apáticas que han estado este año las cuadrillas?. Pachuchas, diría yo. Y todo esto... por que?
"Es natural que a más verbenas, más pachuchez. No se comprende que un joven se pueda tener en pie al día siguiente de una verbena que acaba a las tres de la mañana. Eso es un imposible si se repite varias veces. Ellos dicen que es lógico. Que también ellos necesitan divertirse sin divertir a nadie. Sin ser los payasos de nadie más que de sí mismos Y desde luego que lo logran, lo han logrado.
"Las cuadrillas son para servir a alguién? Yo hasta ahora creía que servían al pueblo. Pues no señor. Se sirven a sí mismos. Y esto es monstruoso. Sin embargo, dentro de las cuadrillas hay distintas clases de cuadrilleros:
"Los primos": a veces coinciden con los jefes de las cuadrillas. Son los de buena voluntad. Los que se revientan en todos los lados. Los únicos que trabajan en sus verbenas. Las sillas... ellos. Agradar a la gente... ellos. Los amos de los golpes... ellos. Y quien es esta clase sufrida? Los cuatro de siempre. Un aplauso a los anónimos "cuatro". Han puesto en estas fiestas lo mejor de sí mismos en el asador y no han podido con la pachuchez de los demás miembros de sus cuadrillas.
"Los vivillos": los que siempre chupan de la piragua. Los que esconden el hombro. Los que están a las maduras y no a las duras. Los que estaban en la cama cuando ya tenían que haber subido a San Roque, los que hablan y hablan por toda la cuadrilla, pero luego nada de lo dicho. Son las ratas de las cuadrillas.
"Ahí está la explicación de todo: las verbenas. Echame pan y llámame perro."
Esto es más viejo que el catarro. Así ha sido casi siempre. Así seguirá siendo. Pero es pena que artículos tan reales y críticos como éste no vayan firmados. ¡Por si acaso!
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