"Dedicado a los padres jóvenes y a los jóvenes que aspiran a ser padres".
"Dos palabras que parecen antagónicas. Pero que no lo son. Para educar hace falta autoridad. Y educar es hacer a uno cada vez más libre, porque es hacerlo más responsable. Ser libre es tener capacidad para saber cuál es el bien y poderlo realizar. La libertad es un don que Dios da y que nadie puede quitar a nadie, excepto cuando no se tiene capacidad para ejercerla (caso del niño) o cuando se ejerce en perjuicio de la verdad.
"Nuestra autoridad es un servicio, es ayudar a los hijos a ser hombres. ¿Cómo? Capacitándoles para conocer el bien, formándolos en la medida de su desarrollo. Es difícil porque el engaño hoy está admitido si viene envuelto en papel de lata, publicidad, de propaganda. Hay que enseñarles a distinguir una jerarquía de valores, luchar con ellos y para ellos contra la presión real y falsa de una sociedad comercializada. La superidolatría de la juventud... juventud -hoy todos hablan de ella y todo se hace en función de ella- es el más grande abuso que se ha hecho en la misma. Jóvenes que se atontan víctimas de una adulación excesiva, que sólo pretende comerciar con ellos (discos, drogas, snobismos, etc.), crearles necesidades.
"Son necesarios los ídolos a quien admirar, y los que valieron a nosotros no sirven para ellos. Hay que enseñarles a descubrir los ídolos que tienen verdadera hechura de hombres-héroes. Y para esto necesitamos dialogar con nuestros hijos. Si no, no podremos educar. Debermos captar cómo piensan, ya que sus actuaciones siguen al pensamiento.
"Formar en ellos acertados criterios para que distingan justamente lo bueno y lo malo, y ayudarles a obrar el bien. A veces lo conocen, pero no tienen valor -son jóvenes- para realizarlo. La libertad es propia del hombre. El hombre es libre cuando se racionaliza, cuando hace lo que le conviene, no lo que le gusta. Y hay que darles motivos para hacer cosas racionales. Pero se les enseña con el ejemplo. Más obras y menos palabras.
"Existe autoridad-función que es autoritarismo y es fatal para la adolescencia, porque le reprime la espontaneidad, no puede desahogarse. Es frecuente en niños tratamientos de neurosis a causa de esta represión de su espontaneidad. Llegan a convencerse, y esto es más grave, de que la espontaneidad sólo puede ejercerse fuera de la ley. El resultado es la rebeldía.
"También se da -y hoy es más frecuente- el otro extremo: ser demasiado débiles frente a los hijos. Y algún día nos acusarán de haberles lanzado a una libertad para la que no estaban preparados, porque no les desengañamos de la sociedad.
"El ideal a alcanzar es que interioricen la ley con una adhesión libre y consciente, una obediencia que se autoexige. Señalarles metas, pero que busquen por propia iniciativa los caminos tomados. Exigir con paciencia y flexibilidad, razonar con ellos, pero no discutir con ellos las órdenes que les hemos dado. Convencernos de que los hijos no están al servicio de los padres, sino al revés, que no tenemos posesión de ellos.
"Siempre existirán normas de conducta. Cuando hayamos conseguido que los hijos interioricen estas normas, serán libres y habremos conseguido su educación. Los habremos hecho hombres"
Este transcriptor sólo cambiaría en el texto las palabras "Dios" por "la vida", y "hombres" por "personas". Todo lo demás le parece que sigue siendo absolutamente válido para todos los padres/madres jóvenes.
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